TRES PUERTAS, TRES FORMAS DE REINVENTAR EL HABITAR - PARTE III

La tipología de “dormitorios-nicho” de Alejandro de la Sota

Dice Manuel Gallego, al recordar al que fuera, primero, su profesor de proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid y, después, su maestro durante los tres años posteriores a abandonar la Universidad que “[…] hay grandes arquitectos que proyectan con referencias arquitectónicas de unos y otros, rodeados de revistas, y, sin saber muy bien cómo, en un misterioso laboratorio de creación, algo sale. A nosotros nos decía [Alejandro de la Sota] que esto no era válido [1]. En esta misma línea, a éstas se suman, también, las palabras de Luis Fernández-Galiano –asimismo, discípulo del referente sotiano–, que, al referirse al arquitecto gallego en su labor como docente recuerda que “[…] las funciones debían analizarse y segregarse, dotando a cada una de su forma mejor, y rechazando cualquier prejuicio proyectual, así como cualquier préstamo histórico; si elegíamos mirar hacia atrás, debíamos fijarnos en la inventiva técnica del gótico, y no en las sutilezas compositivas renacentistas [2].

Sirvan estas aseveraciones de dos personalidades eminentes de la arquitectura contemporánea española que, además, tuvieron la fortuna de formarse al abrigo de Alejandro de la Sota, para definir la labor creativa y de proyecto de un arquitecto firme convencido de que “[…] se partía de cero en cada uno de los proyectos, dejando fuera los estereotipos y aproximándose a un conocimiento real de las necesidades [3].

[Imagen 01] – Alejandro de la Sota Martínez.

Habida cuenta de ambos testimonios y, dado que fue un arquitecto poco prolífico en el campo de la vivienda unifamiliar [4], resulta intuitivo entrever que, precisamente en esta tipología sería en la que mayor arrojo inventivo y experimental volcaría el diseñador gallego, tratando el mundo de lo doméstico como un laboratorio de creación cuyo fin habría de ser encontrar la solución programática más adecuada a cada cliente y que tendría que materializarse en una convergencia de “[…] espacios gratos, edificios gratos [5].

Probablemente, en este sentido, su hallazgo más radical, pero, también, más razonado y razonable, sería la tipología del Dormitorio-Nicho, una estructura habitacional que surge de analizar y replantear los usos que de las viviendas hacen sus habitantes. De la Sota asume que, al dimensionar de forma holgada los espacios del descanso y, además, combinar esta función –la del sueño– con otras actividades que han de realizarse durante el día –estudio, juego y trabajo, entre otras– se produce una hipertrofia de las estancias. Un exceso de metros cuadrados que, dado el caso, si se trata de una familia numerosa, por la repetición ineludible de dormitorios, se traduce en un despilfarro desmedido de superficie.

El análisis numérico y estrictamente matemático le lleva a una conclusión obvia: “[…] si se suma lo que sobra de todos ellos [los dormitorios], se puede hacer un pequeño lugar de reunión [6]. El planteamiento, pues, es tan elemental como aplastantemente sensato: limitar estas estancias a su función primigenia, el descanso, y dimensionarlas de forma que “[…] si se las reduce un poco, sean insufribles; si se las aumenta un poco, sean espléndidas [7]; de esta manera, con la superficie acumulada que se ha liberado de cada habitación, se generará un espacio previo –normalmente, además, vinculado al exterior de la vivienda y con un baño de uso particular–, en el que llevar a cabo todas aquellas otras actividades de las que ha sido liberado el dormitorio tradicional.

Sin embargo, una personalidad tan inquieta y creativa como la de Sota no puede limitarse a, simplemente, redistribuir de forma fría y calculada los metros cuadrados disponibles para una u otra función. Se da el caso, además, de que la primera de las viviendas en las que implantará la tipología del Dormitorio-Nicho, la Casa Velázquez, data de 1959, es decir, se inscribe en la que todos los historiadores establecen como su segunda etapa artístico-profesional [8], aquélla en la que ha empezado a desprender de todo añadido sobrante a su obra para reducirla a su expresión más limpia y libre, casi evanescente, y siempre apoyado en las soluciones técnicas heredadas del mundo industrial y de la prefabricación.

Por ello, plantea los Dormitorio-Nicho como estancias “[…] de dimensiones justas para dos camas y dos armarios, cuyas puertas, según su posición, sirven de puertas del dormitorio o del armario. Una genial idea para cerrar o abrir la zona de dormir a la galería común que sirve de zona de juegos o estudio [9].

[Plano 01] – Esquema de funcionamiento de la tipología ‘Dormitorio-Nicho’ ideada por Alejandro de la Sota.

Lo que pretende Sota, pues, no es solucionar un problema aislado para un encargo concreto, sino, en su ambición de convertirse en un profesional a medio camino entre la Arquitectura y la invención [10], desarrollar un tipo, una solución extrapolable a cada situación de vivienda en la que la necesidad de liberar espacio pueda ser acuciante [11].

[Plano 02] – Planta alta de la Casa Velázquez, diseñada por Alejandro de la Sota.

Como se ha mencionado, es la Casa Velázquez la primera en la que De la Sota plantea la tipología del Dormitorio-Nicho, al dimensionar los “[…] dormitorios sólo para el reposo. Utilizando los pequeños espacios ganados a cada uno de ellos para obtener un espacio de uso colectivo, estudio o trabajo [12]. En este caso concreto, se insertan dos módulos en la planta baja de la vivienda, de manera que ocupan la parte central de la misma, lugar en el que se asegura el contacto cercano con el núcleo de comunicaciones, el acceso desde el exterior y los baños de planta. Resulta especialmente interesante detenerse a comprobar cómo el espacio en galería previo –generado gracias a la liberación de superficie en los dormitorios– se convierte en uno de los más ambiciosamente dimensionados en toda la vivienda y, por su situación y ubicación –en contacto con la terraza al aire libre y en unión con el resto de dormitorios y las zonas de estar–, llega a ser, sin lugar a dudas, la estancia más polivalente de todo el conjunto, capaz de acoger usos tanto transitorios como permanentes. Un espacio mutable y transformable en función de las necesidades de la familia en cada momento, que tan pronto puede servir de zona de juegos, como de improvisado comedor multitudinario para ocasiones y festividades destacadas.

Analizando con detenimiento la distribución y organización en planta, se comprueba que la inserción del tipo se hace sin forzar los espacios, sin tener que recurrir a retorcer o comprimir las comunicaciones entre las estancias, sino que “[…] se plantea con la frescura tan normal de su obra, provocada al aplicar un espíritu analítico a la realidad, vista desde un lado muy personal e introduciendo como dato del proyecto, o como parte sustancial de él, una interpretación nueva del uso del espacio, de la manera de utilizarlo [13].

El resultado es una vivienda sencilla, clara en cuanto a su organización y representativa de la actitud experimental de su autor que, en estos años, comenzará una andadura investigadora de la que no se apartará durante el resto de su carrera profesional.

“[…] Una obra de reposo y recuerdo, proyectada desde la serenidad necesaria para aflorar todo su sabor de forma natural, recreándose en los hallazgos, llenos de riqueza y complejidad espaciales. […] Allí comprendí que esto de la Arquitectura tenía sentido. En ella [Casa Velázquez] se estaba muy bien, era indudable [14].

Algunos años más tarde, en 1964, Sota recibe el encargo, por parte de su amigo José Varela Villar, de construir una suerte de refugio en la montaña que le sirviese de alojamiento, tanto a él como a su mujer y sus nueve hijos, cuando fueran a esquiar.

La problemática de resolver una vivienda de fin de semana y vacaciones de apenas ciento quince metros cuadrados en que insertar catorce camas y literas en una sola planta supone, para Sota, un nuevo campo de experimentación y creación en que sus Dormitorios-Nicho, de nuevo, serán trascendentales.

En este caso, el planteamiento, si cabe, es aún más radical. Dadas las exiguas dimensiones disponibles, decide establecer un núcleo de servicios central, en torno al que se articulan y pivotan el resto de estancias. Este núcleo estará conformado por todos los cuartos húmedos de la vivienda que, dada su disposición protagonista en la planta, permite asistir a todas las habitaciones distribuidas en torno a él.

[Plano 03] – Planta baja de la Casa Varela, diseñada por Alejandro de la Sota.

Los dormitorios se apuran aún más pues, si en su predecesora se insertaban solamente dos camas por estancia, con la inclusión de las literas, la ocupación, en este caso, se duplica, aproximándose, el tipo, un poco más, al concepto dual lo define: Dormitorio + Nicho.

En esta misma línea, se opta por minimizar tanto como sea posible los espacios de transición, ya que cada metro cuadrado, en este caso, es un tesoro preciado y escaso. Así pues, “[…] redujo al máximo las superficies exclusivamente ‘de paso’. Cada rincón de la casa se habitaba y disfrutaba [15].

De esta manera, tal como ocurriera en la Casa Velázquez, la galería generada en el previo a los dormitorios sirve de enlace tanto con el exterior –que es accesible con sólo abrir una puerta– como con los baños de la planta. En este caso, además, este ámbito se convierte en el auténtico distribuidor de la zona de noche de la vivienda, ya que ésta tiene una muy marcada separación entre los usos de descanso y los de día.

[Imagen 02] – Dormitorio-Nicho de la Casa Varela.

En suma, de planteamiento, en forma, sencillo –un paralelepípedo con dos añadidos, el de la cocina y el del acceso, y una sustracción, la terraza–, debido a su materialidad y forma exterior –gris, dura y áspera, consecuencia del empleo del sistema de prefabricación HOSPRESA–, es difícil adivinar el cálido y leñoso mundo interior que la Casa Varela encierra, un conjunto de estancias humanas y delicadas en que todos los paramentos son forrados con panelado de madera. Contrasta su exterior industrial con la sensación artesana de sus paramentos. La idea que Sota quería materializar en este refugio de montaña, es la del nido, el espacio acogedor que aísla, protege y abriga a sus ocupantes en un entorno hostil y duro, y, para ello, no cabe duda, los Dormitorios-Nicho fueron el elemento no sólo necesario sino imprescindible para la materialización final de una “[…] obra densa, inacabada, apresurada en sus comprobaciones, indiferente en su resultado estético, hermosa siempre y ejemplar aún más, si cabe [16].

Aproximadamente doce años después de diseñar la Casa Varela, De la Sota tendrá la oportunidad, de nuevo, de proyectar una vivienda unifamiliar. En 1976, inmerso ya en su última etapa profesional, totalmente inspirado por la necesidad de liberar a la Arquitectura de todo aquello que le es superfluo y prescindible, y casi animado por una especie de impulso miesiano que le empuja a desvanecer, en la medida de lo posible, a la obra construida de su materialidad, diseña la Casa Domínguez, una vivienda de varias plantas destinada, de nuevo, a una familia con nueve hijos, cuya única exigencia por parte de los clientes –primos segundos de Sota– es que la vivienda estuviese dotada de tantos baños y armarios como fueran necesarios para posibilitar el correcto desarrollo del día a día de una familia tan peculiar y numerosa.

[Plano 04] – Planta sótano de la Casa Domínguez, diseñada por Alejandro de la Sota.

La idea germen de este proyecto surge inspirada por un croquis de Eero Saarinen: “[…] Recuerdo un croquis de Eero Saarinen, en que decía que el hombre cuando vive, está en la naturaleza, al sol, al aire; cuando descansa, cuando se recupera, se entierra [17]”. En base a ese escueto relato, Sota hace un breve dibujo esquemático en el que una esfera, semienterrada en el firme, poco a poco, se va segregando en dos esferas menores e independientes, de manera que una de ellas permanece oculta, mientras que la otra se muestra y exhibe orgullosa al mundo. Al solicitarle su prima Mª Carmen el diseño de su nueva casa y comprobar el arquitecto gallego los condicionantes particulares de la parcela [18], decide retomar el esquema que había elaborado años atrás y convertirlo en una realidad construida.

Así pues, Sota decide desfragmentar la casa en “[…] dos volúmenes, uno enterrado y otro en el aire, unidos por una finísima escalera. El volumen flotante correspondía al estar y las actividades de día y el volumen enterrado a la zona de noche [19]”.

Son, en este caso, las estancias de las hijas del matrimonio las que adquirirán la forma y distribución del Domitorio-Nicho. Dos módulos tipo gemelos, se insertan en el extremo izquierdo de la planta baja, en estrecha vinculación con un baño que permite su uso simultáneo por parte de tres personas y en contacto directo con el exterior –a través de la galería previa siempre adscrita a este esquema de organización– mediante la que los dormitorios reciben aire y luz natural.

Resulta evidente, en comparación con los dos proyectos previamente analizados, que los rigores que los otros acusaban en cuanto a superficie disponible, no son aplicables aquí [20]. Precisamente por ello, la estancia surgida de acumular los metros que se liberan al adelgazar el tamaño de los dormitorios, no está pensada como un ámbito de alivio para la vivienda en general, ni como un lugar de recepción y tránsito –cosa que sí ocurría en las viviendas Velázquez y Varela–, sino que se trata de una habitación enteramente concebida para el uso polivalente y disfrute de las hijas de la familia. No obstante, las posibilidades, a nivel social y familiar que aporta a una vivienda disponer de un ámbito de esta índole, situado, además, en relación directa con las estancias de las que se sirve, resultan evidentes y es fácil imaginar las oportunidades que el mismo ofrece.

Siendo, con mucho, la más holgada y generosa de las tres viviendas aquí analizadas, la Casa Domínguez es, más que en cualquier otro caso, una idea construida, un proyecto de madurez en el que Sota inserta una tipología previamente testeada y de cuyo funcionamiento está totalmente convencido. 

Para terminar, es necesario destacar que los Domitorios-Nicho tuvieron más recorrido dentro de la trayectoria del arquitecto gallego. No obstante, se comprobó que su funcionamiento se volvía más cuestionable cuando no formaban parte de viviendas unifamiliares y, sobre todo, cuando no estaban asociadas a las habitaciones de los hijos de una familia. Tal es el caso del Colegio César Carlos donde la convicción de Sota en sus propuestas le lleva a “[…] forzar los límites de la tolerancia funcional del usuario. […] Utilizaba, en la zona de servicio, los mismos dormitorios mínimos que había experimentado en la casa de Villalba, y esos alveolos escasamente herméticos, abiertos a un espacio común, resultaban menos apropiados para los adultos que para los niños [21].

 

Conclusiones

Parece, pues, ineludible concluir que en Arquitectura, y pese a que resulte, en cierto modo, contradictorio, no todo está inventado. El sencillo hecho de disponer en planta una puerta –algo que, con frecuencia, se realiza, por parte del diseñador, de forma sistemática atendiendo, esencialmente, a cuestiones normativas–, lleva aparejadas una serie de consecuencias que, cuando son tenidas en cuenta como verdaderos motores de diseño, como se ha comprobado en los tres ejemplos aquí detallados, abren un amplio abanico de posibilidades.

Tanto es así que, la habitual situación en que varias hojas confluyen en un determinado recoveco de una vivienda, puede resolverse, de forma limpia y clara, mediante la disposición de un tipo que, por desconocido o poco extendido, no deja de ser igualmente útil y hasta necesario. El empleo de la hoja de varios ámbitos ha sido muy escasamente difundido en la Historia de la Arquitectura. Las dificultades técnicas que lleva aparejadas y la necesidad de elegir y establecer relaciones íntimas entre los espacios a los que sirve, posiblemente hayan sido los impedimentos para su mayor uso en tiempos pasados.

Sin embargo, y como se ha referido en las páginas precedentes, los tres casos explicados hacen gala de una sencillez exquisita en su materialización, ejecutándose, todos ellos, con materias primas cotidianas, hasta el punto de convertirse en apariencia, de hecho, en sencillas puertas comunes que en nada se distinguen de sus compañeras en las viviendas en que se integran. El único punto de mayor complejidad técnica reside en el adecuado diseño de las bisagras que las soportan, pero dados los avances tecnológicos de nuestra época, no parece que éste sea, a día de hoy, un problema mayor.

Quizá la convención, la comodidad en el empleo de aquello que nos resulta habitual o, simplemente, el mero desconocimiento de su existencia, puedan seguir siendo los principales impedimentos para una mayor difusión y toma de conciencia de esta tipología.

No en vano, los tres diseñadores aquí mencionados –Konstantín Mélnikov, Marcel Duchamp y Alejandro de la Sota– sostuvieron su trayectoria profesional en una constante necesidad de creación. En un continuo entender que en Arte y Arquitectura nada puede darse por sentado, ni por aprendido, y que la labor de todo arquitecto es –o al menos así debería ser– convertirse en la solución necesaria a los problemas y situaciones que tanto los clientes como la sociedad proponen, estando dispuestos, para ello, a realizar todo lo éticamente posible.

Incluso a inventar y reinventarse a sí mismos, si esto es necesario.



[1] GALLEGO JORRETO, Manuel. "1996. Conversación con J. Adrião y R. Gonçalves en Revista D.A", en “De lo local en un mundo global. Escritos en torno a la Arquitectura”, ed. Elisa Gallego Picard (Santiago de Compostela: Agencia Gráfica Gallega, 2021).

[2] FERNÁNDEZ-GALIANO, Luis. "Un curso con Don Alejandro", en “Maestros Españoles I” (Madrid: Arquitectura Viva, 2021).

[3] CARRAU CARBONELL, Teresa. “La conservación de la casa moderna como patrimonio” (Buenos Aires: Diseño Editorial, 2020).

[4] Aunque llevó a cabo bastantes proyectos de vivienda unifamiliar, sólo cinco de ellos pasaron del plano teórico para llegar a ser realidades construidas.

[5] LLINÀS I CARMONA, Josep Antoni. “Saques de esquina” (Girona: Editorial Pre-Textos, 2002).

[6] GALLEGO JORRETO, Manuel. "2007. La casa Varela, Villalba", en “De lo local en un mundo global. Escritos en torno a la Arquitectura”, ed. Elisa Gallego Picard (Santiago de Compostela: Agencia Gráfica Gallega, 2021).

[7] GALLEGO JORRETO, Manuel. "2007. La casa Varela, Villalba".

[8] Moisés Puente distribuye la trayectoria de Sota en las etapas plástica, física y de arresto domiciliario, mientras que Luis Fernández-Galiano distingue entre vida voluptuosa, activa y contemplativa.

[9] CARRAU CARBONELL, Teresa. “La conservación de la casa moderna como patrimonio”.

[10] A este respecto, De la Sota, en sus clases en la Escuela de Arquitectura de Madrid, solía insistir a su alumnado en que “[…] se necesitaban arquitectos inventores”, en contraposición con la famosa cita de Coderch en la que el catalán enunciaba que “[…] no son genios lo que necesitamos ahora”.

[11] “[…] Su obsesión es que un problema no se resuelva para uno, sino para todos. Cuando los problemas son colectivos, lo que hay que resolver adquiere otra dimensión. […] Cuando habla de vivienda, defiende que se debe resolver el problema para todos”. GALLEGO JORRETO, Manuel. "2007. La casa Varela, Villalba".

[12] GALLEGO JORRETO, Manuel. "1997. Reflexiones y recuerdos: sobre una obra de Alejandro de la Sota. La vivienda unifamiliar para el Sr. Varela en Collado Mediano, Villalba", en “De lo local en un mundo global. Escritos en torno a la Arquitectura”, ed. Elisa Gallego Picard (Santiago de Compostela: Agencia Gráfica Gallega, 2021).

[13] GALLEGO JORRETO, Manuel. "1997. Reflexiones y recuerdos: sobre una obra de Alejandro de la Sota. La vivienda unifamiliar para el Sr. Varela en Collado Mediano, Villalba".

[14] GALLEGO JORRETO, Manuel. "1997. Reflexiones y recuerdos: sobre una obra de Alejandro de la Sota. La vivienda unifamiliar para el Sr. Varela en Collado Mediano, Villalba".

[15] CARRAU CARBONELL, Teresa. “La conservación de la casa moderna como patrimonio”.

[16] GALLEGO JORRETO, Manuel. "1997. Reflexiones y recuerdos: sobre una obra de Alejandro de la Sota. La vivienda unifamiliar para el Sr. Varela en Collado Mediano, Villalba".

[17] DE LA SOTA MARTÍNEZ, Alejandro. "Conferencia en la Escuela de Arquitectura de Barcelona de 1980", en “Escritos, conversaciones, conferencias” (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2002).

[18] “[…] Apareció mi prima, que tenía su fe, y adelante. Todo esto iba unido a que, donde se emplazaba la casa, estaba lleno de otros chalets nauseabundos y que, desde arriba, cuanto más alto se sube, mejor vista se tiene y más tranquilos están, casi entre los árboles”. DE LA SOTA MARTÍNEZ, Alejandro. "Conferencia en la Escuela de Arquitectura de Barcelona de 1980", en “Escritos, conversaciones, conferencias” (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2002).

[19] CARRAU CARBONELL, Teresa. “La conservación de la casa moderna como patrimonio”.

[20] Las dos parcelas disponibles sumaban en torno a mil metros cuadrados.

[21] FERNÁNDEZ-GALIANO, Luis. "Un curso con Don Alejandro".

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